domingo, 20 de marzo de 2011

por lo menos así lo veo yo...

Así como uno valora lo bueno porque conoce lo malo, así como disfrutás una victoria porque conocés la derrota, así lo mismo pasa con la vida: sólo sabés que nacés porque primero te morís.
Así como se lee, en el orden inverso al que se dice siempre.
Yo nací de nuevo hace unos años y tengo una amiga que volvió a nacer el viernes pasado.
Hay gente, en cambio, que nace sólo la primera vez.
Pero sólo después de morirnos una vez podemos sentir cómo nacemos otra.
Todos tuvimos un momento en el que habíamos nacido pero todavía no habíamos muerto nunca sin morirnos.
Es que la primer muerte siempre es trágica. No le queda otra, pobre. Porque como no sabemos que volvemos a nacer nos esforzamos siempre por no morir. Entonces se necesita un golpe importante, al que no te puedas resistir.
Y una vez que se empieza... ya después las otras muertes son menos dolorosas. Cada muertecita nos genera la expectativa de cuál será el nuevo nacimiento. La duda linda de pensar cómo seré en esa nueva vida que en realidad es parte de la misma pero también no lo es.
Todo el tiempo, a cada rato, se nos muere una célula, se nos cae el pelo, nos peleamos con alguien, nos deja de gustar lo que antes nos encantaba. Y todo el tiempo, también, se regenera un tejido, descubrimos algo nuevo, hacemos sinapsis.
Nunca somos exactamente lo que fuimos ni vamos a ser siempre como somos.
Somos siendo.
Vamos viendo.
Qué sé yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

apunto