miércoles, 16 de febrero de 2011

inadecuado

Hoy, cuando salí de la librería, me sonreí con el sr. de seguridad.
Fue una sonrisa cordial, parte del protocolo de interacción cliente-vigilante.
Al parecer, la sonrisa de alguno de los dos fue cálida y decidimos agregar palabras al gesto.
"Chau, buenas tardes", dijo él.
Y yo al mismo tiempo, casi dándole la espalda porque estaba en mi camino de retirada, también ofrecí las mías: "Qué tal?", le dije, pero ni esperé respuesta.

(No es la primera vez que me equivoco de convención social. Otro clásico es mandar besos a operadores de radio taxis o telefonistas de deliverys)

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