viernes, 11 de febrero de 2011

Avión

Hay 3 minutos en el despegue y 8 minutos en el aterrizaje que son para el vuelo "minutos críticos".  Es ahí donde está el riesgo de que algo falle. Sin embargo, la mayoría de la gente que le teme a esos momentos del vuelo no conocen de estadìsticas ni probabilidades.  El miedo al despegue y al aterrizaje pasa, para mí, por otro lado: Lo que nos da miedo es la transición.

Cuando uno se sube un avión, o lo ve desde la puerta de embarque mientras le hacen los últimos chequeos, ve una máquina enorme, pesada, poderosa. El milagro del despegue parece imposible, ¿cómo aceptar que es realmente posible que semejante monstruo flote en el cielo así sin más?  El miedo al despegue es la desconfianza de no pensar que es posible que el avión se transforme en pájaro.

Al ratito todo sale bien. Se apaga la señal de mantener puestos los cinturones y por las horas que dura el vuelo, si fue un vuelo tranquilo, atravesamos el cielo olvidándonos de que no es nuestro hábitat natural.  Perdemos registro de velocidad y peso del avión. Flotamos.

El aterrizaje, con su prisa por llegar a la Tierra, nos destruye gradualmente la ilusión de liviandad gracias a la que habíamos aceptado estar volando.  El pájaro vuelve a ser acero, las toneladas de metales vuelven a tener cuerpo y de repente, de nuevo, caemos en la cuenta de que volar es un milagro. 

De avión a ave.
De ave a avión.
Podemos creer cualquiera de los dos estados pero lo más difícil es la transición.

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