sábado, 7 de julio de 2012

Si de exigencias se trata...

Para amoldar la realidad a lo que quiero, hoy probé de la siguiente manera:
Anteponer a cualquier deseo la frase: "con lo que pago..."
Por ejemplo, como se me mojó el celular me tuve que comprar otro. Así que hoy, hablando con una amiga que me decía dónde nos íbamos a encontrar, le dije:
"Con lo que me salió el teléfono más te vale que nos encontremos cerca de mi casa" (¿!)
Lo mismo puede extrapolarse a cualquier ámbito:
"Con lo que pagué por la consulta más te vale que no tenga nada grave"
O hace un rato, por ejemplo, que se me cayó el imán del delivery y no lo encuentro... "¡Qué cosa! Con lo que sale la comida el imán debería reaparecer automáticamente en la heladera"

Lamentablemente parecería no tener el efecto deseado... me pregunto entonces porqué es una fórmula que utiliza tanta gente...

La otra opción, quizás, sea amoldar el deseo a la realidad en vez de luchar por lo inverso, como bien hacía el rey de "El Principito", que sólo pedía cosas posibles:


- ¿Me puedo sentar ? - inquirió tímidamente el principito.
- Te ordeno que te sientes - le respondió el rey, que recogió majestuosamente un faldón de su manto de armiño.
Pero el principito estaba extrañado. El planeta era minúsculo. ¿Sobre qué podía reinar el rey ?
- Majestad – le dijo... – le pido disculpas por interrogarlo...
- Te ordeno interrogarme – se apresuró a decir el rey.
- Majestad... ¿sobre qué reina usted ?
- Sobre todo – respondió el rey, con una gran simplicidad.
- ¿Sobre todo?
El rey con un gesto discreto señaló su planeta, los otros planetas y las estrellas.
- ¿Sobre todo eso? – dijo el principito.
- Sobre todo eso... - respondió el rey.
Porque no sólo era un monarca absoluto sino que era un monarca universal.
- ¿Y las estrellas le obedecen?
- Por supuesto – le dijo el rey. – Obedecen enseguida. No tolero la indisciplina.
Semejante poder maravilló al principito. Si él mismo lo hubiera tenido, habría podido asistir, no a cuarenta y cuatro, sino a setenta y dos, o incluso a cien, o incluso a doscientas puestas de sol en el mismo día, sin tener que correr nunca su silla! Y como se sentía un poco triste por el recuerdo de su pequeño planeta abandonado, se atrevió a solicitar una gracia al rey:
- Quisiera ver una puesta de sol... Tenga la bondad... Ordénele al sol ocultarse...
- Si ordenara a un general volar de una flor a otra como una mariposa, o escribir una tragedia, o convertirse en ave marina, y si el general no ejecutara la orden recibida, ¿Quién estaría en falta? ¿Él o yo?
- Sería usted - dijo con firmeza el principito.
- Exacto. Debe exigirse de cada uno lo que cada uno puede dar - prosiguió el rey. - La autoridad se fundamenta en primer lugar en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, hará la revolución. Yo tengo el derecho de exigir obediencia porque mis órdenes son razonables.

Y si no, si las dos cosas te resultan un poco tristes, un poco ridículas, hay que ir paso a paso nomás, exigiendo menos y haciendo más.

1 comentario:

  1. Graciasssssssssss!!!! Hace mucho que no leia alguna partecita del Principito. A mi entender, es una manera hermosa de pensar el poder. La que vos exponés, en cambio, aunque se encuentra muy a menudo es irrazonable... y ridiculamente graciosa!!!

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