Despertarme a las seis todavía sintiendo los efectos de la noche anterior.
Dar clase a las ocho
hablar con mis alumnos de igual a igual,
que me escuchen,
enseñar, sentirme bien.
Reunirme a conversar con otro a las diez y tener un diálogo abierto, profundo,
sentirme feliz.
Intercambiar ideas interesantes a las 12.
Caminar mucho, de 17 a 18, plena.
Perder el tiempo.
A las 20 totalmente incómoda,
quedar mal,
sentir culpa.
A las 21 escuchar, tener bronca, darme cuenta
que la vida es así de intensa
y así de corta.
(Lo había escrito hace tiempo y había quedado como borrador...)
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