“Recién cuando se termina el termo te das cuenta de que no cambiaste el mundo. Pero igual la sensación sigue y te vas caminando despacio y yo recibo más aire cada vez que respiro”
No sé por qué esto me hace pensar en un día nublado. Un nublado no húmedo; fresco como para buzo, aunque vos estás en remera y no tenés frío.
Durante toda la charla me estuviste mirando con la cabeza inclinada hacia abajo y una sonrisa que me está costando describir.
Quizás porque la busco en tu boca, cuando vos tenés esa increíble capacidad de sonreír con los ojos. De sonreír el momento y el lugar. El aire. Y hacer finalmente que yo sonría.
Así era entonces:
“Durante toda la charla vos me mirabas y yo sonreía como tratando de no, entre tímida y cómplice, mientras me peleaba conmigo para no distraerme y poder escucharte. Tan concentrada estaba pensando cómo iba a describir la sensación de tanta paz, de tanta vacación, que tengo siempre cuando estás conmigo”
En ese momento no me di cuenta de que a veces el final es el mejor comienzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
apunto