jueves, 7 de junio de 2012

Toda vez me pasa lo mismo: cuando hablo un poquitito con alguien del gimnasio y me dice de qué trabaja, me sorprendo.
No tanto por el trabajo en sí, si no por la evidencia de que mis compañeros de clase no se corporizan a las 18 hs en el gimnasio del cuarto piso ni se esfuman a las 19 al terminar la clase.
Parece que vienen de algún lado y van también para algún lugar.

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